"Hay una estética de recepción que rige
el fenómeno del gesto, del placer a través de los
sentidos". | |
"Minotauros"
Autor: Carlos Reherman
Dirección: Sandra Massera
Compañía "El Umbral", Montevideo, Uruguay
Tantas veces hemos hablado de la emoción
dramática, que viene del texto y del espectáculo (actores,
dirección, diseño). Rara vez destacamos la inteligencia en lo que
aporta de intelecto y racional o filosófico o poético. En el teatro
se juntan y también se fusionan todas las artes, hasta la catarsis,
que es un fenómeno más bien psicológico. Gozamos el teatro porque
nos llega a través de los sentidos, con fuerza emocional. Así fue,
pensamos, desde el rito de Dionisos y será hasta siempre.
Cuando se une la emoción con lo que entendemos
por inteligencia, surge la grandeza del arte y el teatro, es el nido
de la caja de Pandora. En esta gloriosa ocasión, entre el autor y la
directora, elevaron el teatro hasta el Olimpo de la belleza
dramática. Hay una estética de recepción que rige el fenómeno del
gesto, del placer a través de los sentidos. El arte, cuando lo es,
da el gozo de la música entre quienes no saben música, de la danza
entre los que no están en el secreto de la danza, de la escultura o
la pintura, sin que el que observa sea pintor o escultor y la poesía
sin ser poeta. Esto, ya lo hemos dicho, el arte crea artistas. En el
teatro, el público se transforma en actor, en autor, en
diseñador.
Además, como al teatro, que no es un ensayo o
tratado académico ni filosófico, accede el público, siempre a través
de la emoción y llega a lo hondo de su vida interior. Sin conocer el
mito griego del laberinto de Creta, ni del Minotauro, ni de Dédalo,
como tampoco el hecho histórico del Medievo de los amores prohibidos
de Pedro Abelardo, el fraile filósofo con la monja Eloísa, el
público pudo seguir y gozar el relato dramático de "Minotauros".
Desde el inicio del espectáculo, la gente
común, que no tiene por qué ser especialista, se transforma en
actor, porque el espectáculo salió del escenario, a los pasillos,
fuera de su lugar habitual y se mezcló con el público, pero siempre
en el contexto dramático. (Recordemos el Teatro de La Mancha, de
Farellones, Santiago).
Su origen es el teatro de Erwin Piscator
(década de 1920 en Berlin) con la idea del Teatro Total. Esto obliga
a cada persona a sentirse dentro de un escenario y a olvidarse que
viene a ver una obra teatral, ya quedó atrapada. La directora,
Sandra Massera, fusionó todas las artes: danza, mimo, música
monódica, pintura, en un todo plástico, armónico, cercano a la
escultura animada, con el arte del teatro, en cuanto a actor. Esta
valoración estética se posesionó de cada uno en el público. Cuando
vemos un espectáculo como éste, recordamos al poeta mexicano: "El
hombre es un olmo que da peras" (Octavio Paz).
El público queda con una opresión del corazón
por el goce estético. La respiración, el torrente sanguíneo, se
alteran por la emoción. El hombre se transforma, crece y sale de la
sala teatral con algo que no tenía al entrar. Es el fenómeno del
Arte. Vuelve con esto al teatro uruguayo la grandeza del teatro "El
Galpón", con nuestro querido viejo, Atahualpa del Cioppo. Los
Temporales Teatrales de Puerto Montt han llegado, en esta duodécima
temporada, a la cima más alta, digna del teatro europeo. Rememoramos
al Teatro Experimental de la U. de Chile en sus tiempos gloriosos de
hace 30 años.
Por Domingo Piga
Fundador del Teatro Experimental de la
Universidad de Chile y ex decano de la Facultad de Artes de esa casa
de estudios. |