Libreto de Sandra Massera, a partir de |
la novela L'Ingratitude, de Ying Chen |
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Críticas Álvaro Loureiro (Brecha, Uruguay) DE ENTRE LOS MUERTOS
En la novela Ingratitud, la autora chino-canadiense Ying Chen muestra a la protagonista Yan Zi, ya muerta, deambulando entre quienes la sobreviven, evocando los hechos que la llevaron a tomar la decisión de quitarse la vida como forma de represalia frente a una madre autoritaria y desconsiderada. La adaptación del texto original que emprende la directora Sandra Massera aprovecha tal punto de partida para brindar impulso al universo poético que flota en torno a una situación dramática que, además, la tienta a insertar la figura de un coro unipersonal que ella misma interpreta. Vida y muerte, venganza y castigo, consuelo y padecimientos entrelazan significados y resonancias en un trabajo que, por otra parte, otorga enorme peso a las imágenes y, al mismo tiempo, a los escasos pero bien elegidos elementos del vestuario y la utilería. Massera, además, se toma la licencia de depositar en dos hombres la tarea de encarnar a la madre y la abuela de la protagonista, aludiendo de esa manera a trastocamientos de papeles, identidades e intenciones en un entorno tan enrarecido como para que alguien emprenda el camino de la autoinmolación como legítimo medio de administrar una pena. El tono y los movimientos casi coreográficos de un ceremonial que recoge ecos del teatro oriental tradicional presiden una puesta que, si bien por momentos parece estirarse algo más de lo necesario, no cae en la gratuidad, la pretensión o en la acumulación de detalles que puedan quedar librados al azar. Con sorprendente tersura, en cambio, se consigue justificar la utilización de los distintos gestos de los oficiantes en un espacio semidespojado que Massera hace rendir como corresponde. Con las salvedades que acarrea una propuesta intrínsecamente diferente desde el inicio, el resultado es tan hipnótico como para conseguir sacar partido ventajoso de las vueltas de tuerca o los giros inesperados que la autora esparce propiciando reflexiones acerca de una existencia que nada tiene de lineal o previsible. A todas luces, el espectáculo impresiona como consumado esfuerzo de un equipo en medio del cual, aparte de la incidencia del exigente compromiso interpretativo de Lila García, Nelson González, Marcel García y la misma Sandra Massera (quizá le faltó a esta última una mayor profundización en el uso de su voz como relatora), se aprecia la meditada contribución de la escenografía y la iluminación por parte de la directora, así como del vestuario en cuyo diseño también participa Nelson González. El equipo en cuestión dicta entonces las leyes de un juego tan extraño como disfrutable.
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Sábados a las 21, Domingos a las 18.30
Teatro Victoria (Río Negro 1479, esq. Uruguay)