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Escrita y dirigida por Sandra Massera

La escritura tomó como base relatos de descendientes de los que fundaron y habitaron la casa en los años veinte y treinta, época en que ésta fue construida como típica casa-quinta privada.
Es una obra de ficción inspirada en anécdotas reales aportadas por el señor Carlos Alvarez Storm, sobrino nieto del fundador, el ingeniero civil noruego Johan Störm Torgensen. Johan llegó a nuestro país en 1870, a los veinticinco años de edad. Muy pronto fue nombrado presidente de la empresa encargada de la construcción del ferrocarril que uniría Montevideo con la localidad de Young. Allí conoció a Irene Carolina Michelson, con quien se casó alrededor del año 1878. Tuvieron cinco hijos, y durante la primera etapa de su matrimonio vivieron en el centro de Montevideo, en la calle Andes esquina Durazno. Alrededor de 1917 comenzaron las obras de construcción de La Quinta, como llamaron siempre a la Casa.  Esta quedó terminada a fines de 1921, y albergó a la familia Storm Michelson hasta el año 1942, cuando la entonces viuda de Johan la vendió a la Intendencia de Montevideo y se fue a vivir a un apartamento de la Ciudad Vieja.

La casa estaba en medio de un inmenso prado donde no había veredas ni servicios de luz y agua en casi ninguna de las casas quintas aisladas de la zona. Uno de los motivos para venderla fue precisamente la inquietud de permanecer allí por las noches, y la sensación de soledad que hacía que “ se durmiera con cuchillos debajo de la almohada” y que “nadie quisiera bajar a abrir la puerta cuando sonaba la campana más allá de la media tarde”.
Sirvientes como Rosa, apodada “La sonámbula”,  afirmaba ver “luces malas” y  Joaquín, el cocinero de la familia, aseguraba que las historias de fantasmas de la zona eran ciertas.
Otilia, la mucama, que sirvió a la familia hasta 1934, año de su muerte, hacía servicios de enfermería y aseguraba que las “sangrías” eran un medio incomparable de cura de muchas enfermedades, pero que siempre había que extraer primero un poco de sangre, luego dejar reposar y volver a extraer la “segunda sangre”, que resultaba de color púrpura, más oscuro.

Lo que se queda yéndose, lo que se va quedándose

La puesta en escena se articula a partir de la historia de Víctor, imaginario hijo menor de la familia fundadora. Este personaje  convive con los fantasmas de sus parientes muertos. Por las noches se comunica con ellos y revive las circunstancias que causaron sus muertes,  recorriendo la casa donde siempre vivió. Un relato que nos hace pensar en el tema de la vida en relación a la muerte y las imaginarias sensaciones de los que ya no están aquí. Un final abrumador espera a los parientes actuales de Víctor, que habitan hoy día la casa.

En la  antología de relatos  Libro de fantasmas editado por Juan Sebastián Cárdenas (451.editores – Zaragoza/ 2008) se habla de las aporías inherentes al estado del fantasma como personaje ficcional y como sujeto de creencias de algunas culturas, en especial la japonesa y la inglesa.
La esencia del fantasma es la culpa, experimentada como un estado de angustia que oprime a los muertos más allá de la muerte. Si bien el origen de la literatura sobre fantasmas se remonta a varios siglos atrás, es a partir de los siglos XVIII y XIX, con autores como Guy de Maupassant y Edgar Allan Poe, que toma forma en Occidente como relato cuyo protagonista vuelve de la muerte para enderezar lo que ha quedado torcido o incompleto. El fantasma se presenta para ajustar cuentas, revelar una verdad o hacer que se enmiende una injusticia. No descansará hasta lograrlo, y en su peripecia toma como vehículo a los vivos. Una vez logrado su fin, dejará de acosar y descansará.

Dramaturgia y arquitectura

La articulación dramática toma en cuenta tres momentos del relato que se relacionan íntimamente con la arquitectura: espacios sociales de la planta baja, espacio privado del primer piso y espacio íntimo del dormitorio. A través de las diferentes instancias se irá develando la intriga y los personajes vivos se relacionarán con los muertos desarrollando diferentes maneras de percibirse mutuamente.
Se ha respetado el uso que tenía la casa en los tiempos en que fue habitada por la familia Storm Michelson para estructurar los diferentes espacios y momentos del relato. Los lugares en los que ocurren las escenas del salón de juegos, estar, comedor, dormitorio, etc., eran históricamente esos mismos lugares.

Pasó una hora pero solo transcurrieron cinco minutos

Las entidades del otro mundo tienen según las leyendas ciertas cualidades. Además de las más comunes de traspasar muros y ver a través, pueden oír lo que está lejos, susurrar a distancia y estirar el tiempo a voluntad.
La percepción del tiempo transcurrido será una cualidad que el protagonista verá alterada en la noche de su vida elegida para esta historia. El paso del tiempo es diferente para el fantasma,  así como la percepción del sonido y la distancia.

 

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