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de Sandra Massera

Ritual del Jigai
El Jigai es el equivalente femenino del seppuku, es decir, el ritual de suicidio para acabar con la vida con dignidad y honor en vez de vivirla en la vergüenza. La palabra significa esencialmente suicidio.
Las mujeres que seguían el bushido –código ético estricto que practicaban los samurais y las clases nobles- realizaban una práctica similar al seppuku denominada jigai. La principal diferencia con el seppuku es que se hacían un corte en el cuello, seccionándose la arteria carótica con una daga con hoja de doble filo llamada Kwaiken. Previamente, la mujer debía atarse con una cuerda los tobillos para no tener la deshonra de morir con las piernas abiertas al caer.

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La esposa de Onodera Junai, uno de los 47 rōnin, se prepara para realizar jigai y acompañar así a su marido en la muerte.

Al contrario que el seppuku, el jigai se puede efectuar en solitario. La mujer se suicidaba en la soledad de su hogar mirando hacia una puerta para que cuando la encontrasen, estuviera en una postura como si recibiera a los que entraran al hogar. 
Normalmente, las mujeres se suicidaban por la derrota de sus maridos, hijos, prometidos, etc. en la batalla o si ella o algún familiar había caído o realizado algún acto que trajera la deshonra a la familia o para evitar que la violasen. Es decir, la mitad de las veces se suicidaban por un acto ajeno a ellas mismas pero también se dice que se suicidaban cuando no conseguían el amor deseado.
En Hotel blanco se cuenta la historia original de Natsumi, una joven noble, que decide suicidarse por haber deseado al bandido Tajomaru y no ser correspondida por éste. Dentro de su código de honor, aunque su cuerpo no ha sido tocado, resulta insoportable la vida luego de haber sentido esa pasión vergonzosa.

Influencias estéticas en Hotel blanco
En el texto Hotel blanco, principalmente en las escenas del suicidio del personaje de Natsumi, en la escena de la historia del pintor Yhoshihide y en la escena final, se han tenido presentes dos conceptos que involucran una manera de contemplar y percibir la realidad en la forma y la estética de las artes visuales y la literatura japonesa. Estos conceptos se aplican también al entrenamiento de actores para la puesta en escena.
Son dos principios que se conocen con los nombres de Mono no aware y Wabi-sabi.
En Japón existe una sensibilidad estética muy particular, bastante indefinible para la percepción occidental, pero que sin embargo  se puede vislumbrar ante cualquier expresión artística japonesa. La denominan mono no aware, y se relaciona con el sereno sentimiento de nostalgia ante la transitoriedad de la belleza, que en mayor o menor medida, se puede apreciar en varios autores contemporáneos: Akutagawa,
Mishima, Kawabata, y posteriormente, Murakami.
Mono no aware, es el sentido de “la compasión por las cosas”, como por una flor que cae, la cual consideran más hermosa que otra en pleno apogeo. El árbol del cerezo o sakura, ícono nacional, es el epítome de esta concepción de la belleza como una experiencia transitoria, ya que sus hermosas flores duran apenas una semana.

Es un concepto estético que empezó a evolucionar en la era Heian (de 794 a 1185, cuando la capital estaba en Kioto), y puede atribuirse a la influencia del Budismo Zen en el siglo XII, una filosofía y práctica espiritual que influyó profundamente en todos los aspectos de la cultura japonesa, pero sobre todo en el arte y la religión. El aware es el sentir humano, despojado de toda creencia religiosa y de todo patrón ético y moral. Es la piedad que sentimos cuando escuchamos o vemos cualquier acontecimiento. 

En el siglo XVIII un estudioso de la antigua cultura y literatura japonesa, Motoori Norinaga, creó el término para designar esa sensibilidad particular de “aflicción en el sufrimiento” que formaba la esencia de la literatura japonesa. Norinaga, experto en estudios clásicos y  líder de un movimiento de renacimiento nacionalista,  se centró en el estudio de los antiguos textos japoneses para redescubrir los valores intrínsecos de la vida japonesa. En su obra, especialmente se refiere al Cuento de Genji (Genji Monogatari) y Hojas de Myriad (Man'yōshū), la más antigua colección de poemas japoneses, como ejemplos de obras escritas que eran ejemplos de mono no aware .

Wabi-sabi es otro concepto estético que empezó a desarrollarse a partir del budismo zen y que impregna cada valor artístico. Todo tiene una extraña sensación que los occidentales solemos definir como “zen”, porque partimos de otra concepción de lo hermoso regida por la idea de perfección de los griegos.
Precisamente el wabi-sabi es lo contrario: hacer de la imperfección, la asimetría y los pequeños detalles el germen de la belleza. Para los japoneses,  la idea de belleza radica en lo hermosamente imperfecto. Es la austeridad hecha felicidad. Por lo que no tiene en apariencia nada de valor por fuera pero en su interior esconde un valor supremo. 
El wabi-sabi parte de tres realidades naturales: nada dura, nada está completado,
y nada es perfecto.
Este concepto alcanza su esplendor en las artes japonesas más conocidas en occidente: el sadö (camino o ceremonia del té), el ikebana, los haiku, (breves poemas que con la mínima cantidad de palabras tratan de expresar el máximo de cosas), los jardines zen y movimientos lentos y silencio.


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Carta de suicidio de Akutagawa

Épocas y personajes en Hotel Blanco

Estructura narrativa

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El ritual del Jigai

Nota de la autora